José María calleja
Las 25 mujeres asesinadas por 25 hombres en lo que llevamos de año en España, merecen el puesto 22 en la lista de preocupaciones de los españoles, según la última encuesta del CIS.
No sé cuántas mujeres más tienen que ser asesinadas por hombres para que este inmenso y sangrante problema sea percibido por los españoles como uno de los más graves que tenemos en el país.
Esta desconsideración respecto de la envergadura de una matanza que se ha llevado por delante la vida de más de setecientas mujeres en los últimos diez años, tiene que ver no solo con una tradición cultural arraigadamente machista en nuestro país, también se debe a una posición tolerante, no beligerante desde luego, por parte del actual Gobierno y de los grupos ideológicos a los que representa.
Ha tenido que producirse una concentración de cuatro crímenes en 48 horas para que el Gobierno del silente se haya dado por enterado y haya montado una reunión de tres ministros –Mato Gallardón, Díaz- que no han sido capaces de salir a informar a los ciudadanos de sus conclusiones y han ventilado el asunto con una nota de prensa.
En 2004 se aprobó la Ley contra la Violencia de Género y se creó un Ministerio de Igualdad del que hacía chistes y mofa Esperanza Aguirre, entre otros dirigentes del PP .
A pesar del enorme avance en la lucha contra la Violencia machista que supuso aprobar esa ley –sin precedentes en nuestro país y modélica para otros países europeos–, lo cierto es que hoy el terror que sufren las mujeres es, en buena parte de los casos, todavía clandestino.
Los medios de comunicación no hemos sido capaces de narrar adecuadamente las historias de mujeres que habrán decidido resignarse a seguir soportando el maltrato en silencio porque la crisis económica les ha cerrado aún más las salidas a esa tortura.
Se suele repetir que la mujer asesinada no había denunciado maltrato antes de ser asesinada y a veces parece que se quiere dar a entender que ese silencio culpabiliza a la mujer. Culpabiliza doblemente a la mujer, cuando el único culpable es el asesino.
Lo cierto es que el miedo puede resultar paralizante, narcotizante. Hace poco hemos visto como una mujer jueza vivió varios años y tuvo dos hijos con su marido, maltratador desde los primeros meses de matrimonio. Una mujer jueza que sin duda sabía que lo que le hacía su marido era delito, que sufría palizas cuando estaba embarazada y que siguió con él hasta que no pudo más. Esa mujer al menos tenía un trabajo fijo y un buen sueldo. Pero ¿cuántas mujeres habrán pasado por las mismas torturas y las habrán sufrido en silencio, sin atreverse a denunciar ni, desde luego, a romper una relación tóxica, a abandonar el lugar de ese crimen cotidiano?
Las organizaciones que trabajan con las mujeres sostienen que el actual gobierno ha recortado en un 28 por ciento el dinero que se empleaba antes para luchar contra la Violencia de Género.
Los tres ministros que se han reunido para hablar del asunto ante la reiteración de asesinatos son: Ana Mato, que aún habla de violencia doméstica y mantiene como coartada machista el papel de mujer que no se entera de nada; Alberto Ruíz Gallardón, que sostiene que el aborto es Violencia de Género “estructural” y no derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo; y Jorge Fernández Díaz, que entre misa y misa, anuncia que los matrimonios entre hombres y los matrimonios entre mujeres acabarán con la especie humana. Esto por citar sólo una frase de cada uno. Tienen numerosas de muestras de machismo, los tres, y no se les conocen declaraciones beligerantes contra el terror que sufren las mujeres.
Los tres ministros no han tenido tiempo, al parecer, para reunirse con las organizaciones de mujeres que llevan años luchando para que no haya más víctimas por Violencia de Género, algunas de ellas después de haberla sufrido.
No han hablado los ministros de poner un euro en la lucha contra estos asesinatos y han establecido que sean los juzgados especializados en Violencia de Género los que procesen a los agresores que rompan las ordenes de protección de las mujeres. Tan aficionados los tres ministros a salir ante los medios para otros asuntos que no causan tantas muertes, aquí no han querido dar la cara.
25 mujeres asesinadas son una multitud y que esta matanza figure en el puesto 22 de las preocupaciones de los españoles, un reflejo de que a pesar de lo mucho avanzado, los ciudadanos, los políticos del Gobierno y algunos medios de comunicación, con honrosas excepciones, no hemos entendido aún la gravedad de estos asesinatos, la gravedad del problema que reflejan.