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El enfoque de empoderamiento en materia laboral es imprescindible en la Casa de las Mujeres

Naiara Zarandona, psicopedagoga, sus tres palabras guía son: deconstrucción, proceso y resiliencia. Firme defensora de que el empoderamiento laboral, desde una perspectiva sistémica, es imprescindible en la Casa de las Mujeres, lleva 10 años trabajando en Fundación Integrando, a través del PAIL (Programa de Acompañamiento para la Inserción Laboral-Social de colectivos vulnerables), y se nota.

“La injusticia me remueve; el sector social me reconforta y apasiona”, subraya Naiara, una de las mujeres que forma parte del grupo motor del proceso participativo de la Casa de las Mujeres, que resume su pensamiento del siguiente modo: “Cada día intento abrir mi mirada a nuevas realidades. Aprendo “de y con” mis hijos; ellos me enseñan a ser mejor persona, a superarme”.

Naiara, bajo tu punto de vista, ¿para qué necesitamos una Casa de las Mujeres en Portugalete?
Para crecer, para desarrollarnos, para progresar. Es necesaria porque las mujeres, en algún momento de nuestro ciclo vital, necesitamos parar, necesitamos deconstruirnos y volver a construirnos, abrir la mirada, conocer otras realidades, saber poner límites, dejar de tolerar la falsedad y la injusticia. Necesitamos un lugar donde proporcionar seguridad a la mujer, pero seguridad en sí misma. Y para hacerlo, es esencial contar con profesionales y recursos adecuados que ayuden a despertar capacidades dormidas o aletargadas por la inercia y la rutina. Creo que la Casa de las Mujeres tiene que ser un lugar de “nuevas oportunidades”, donde se pueda reflexionar (sobre la propia experiencia), recuperando el valor de mujer como persona, de cualquier procedencia y ciclo vital (adolescencia, adultez, vejez); un lugar inclusivo donde dotar de herramientas de empoderamiento para mejorar la calidad de vida, donde tejer redes sanas/saludables de referencia sobre la base del respeto individual de tiempos, realidades y procesos. Ojalá no fuera necesaria, pero mi experiencia, tanto personal como profesional, me dice que, además de necesaria, es imprescindible.

En el proceso participativo habéis definido la programación de actividades de la futura Casa. ¿Puedes adelantarnos algo?
Cada miércoles, las mujeres que hemos formado parte del grupo motor (por lo menos, así nos ha pasado a mi compañera Itxiar y a mí), nos hemos ido enamorando de la Casa. Las actividades que deseamos que sucedan son (espero no dejarme ninguna): talleres de empoderamiento (personal, laboral, artístico, tecnológico, físico), escuela feminista y encuentros feministas, charlas, debates, jornadas, conferencias, arteterapia, talleres de sexualidad, autodefensa, intercambio de saberes, sustento a la soledad, encuentros intergeneracionales/multiculturales/raciales, con apoyo psicológico, jurídico, laboral, acciones donde reír, bailar y pasarlo bien… Una esfera de gran sororidad donde proponer actividades y estrategias concretas para hacer frente a anclajes internos, estereotipos y creencias limitantes.

También habéis hablado de ayudar a las mujeres a empoderarse laboralmente
Solo de pensarlo aparece en mi cara una sonrisa… El enfoque de empoderamiento en materia laboral para la mujer es básico. En los diferentes municipios donde trabajamos, atendemos a muchas mujeres (de diferentes nacionalidades, edad, cultura o religión) que llegan a nuestros servicios diciendo: “paré en su momento cuando me casé, frené mis estudios para cuidar a mi hermano/madre/hija, detuve mi vida al quedarme embarazada, nunca pensé estudiar/trabajar (no tuve opción), no he parado de trabajar (pero sin cotizar), necesito/quisiera trabajar, no tengo nada, no sé nada…”.
Sabemos que detrás de todo esto existen depresiones, sometimientos, violencia doméstica, malos tratos, es decir, un entramado donde la punta del iceberg es la búsqueda de trabajo. “Si tuviera un trabajo: me separaría, mis hijos-as me valorarían, no me gritarían en casa, me respetarían, me iría, sería libre, tendría otra oportunidad, podría volar …”.
La presión que una mujer lleva sobre sus hombros, la carga mental y la propia exigencia es insoportable. En una entrevista de trabajo, ante la típica pregunta de RRHH, “¿en qué eres buena? Véndete”, muchas mujeres se desinflan. Es por todas estas razones por las que se debe trabajar bajo una perspectiva de confianza, con un acompañamiento para asentar habilidades y saber despertar competencias existentes entumecidas, orientar, guiar, activar y reforzar. La inercia del movimiento hace brotar nuevas realidades y oportunidades para que la mujer pueda salir de manera gradual del lugar en el que se encuentra. El empoderamiento laboral, desde una perspectiva sistémica de acompañamiento, es imprescindible en la Casa de las Mujeres de Portugalete. Como dice ONU Mujres, “Pequeñas acciones pueden generar grandes impactos”.

Para finalizar, como decía cantando Lina Morgan: “agradecida y emocionada, solamente puedo decir” GRACIAS por poder formar parte de esto.

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